Y desde que Adán tomó el fruto prohibido de Eva, cambió nuestro destino para siempre. Nacimos pecadores, así vamos a morir.
Y si hablamos de monos y suponemos que en cada acto respondemos a nuestros instintos, al final el desenlace es el mismo.
Adoptar esa filosofía por ahora me libera de culpas, y tomar un baño me sigue trasportando al origen de mi ser, al igual que dormir mi medicina favorita.
El morbo, el deseo, lo carnal.